Somos muchos los sufridores de la dureza de las cuerdas de la guitarra acústica, ese quema dedos que hace que a veces se nos quiten las ganas de cogerla, sobre todo si has estado un tiempo sin tocarla y vienes de una eléctrica cómoda.

Considerando lo normal utilizar un juego de 011 la tensión que queda para tocar algunos acordes con cejilla puede dejarte unos surcos en el dedo como una auténtica zanja. Está el dilema del grosor de las cuerdas, cuanto más finas más cómoda pero menos sonoridad tiene la guitarra y más aún si es una guitarra de gama baja-media.

Como opción regular muchas veces se baja medio tono e incluso un tono la afinación. Se consigue quitar tensión a las cuerdas y al estar más flojas también parece que vibran más y dan mejor resultado. Pero claro no todo iban a ser ventajas, tienes un sonido mucho más grave que para algunos momentos no es lo más conveniente.

Así que aquí viene la gran solución, tan sencilla y peregrina como eficaz, el truco consistiría nada más y nada menos que en afinar un tono entero más grave, es decir D-G-C-F-A-D y acto seguido poner una cejilla o capo en el segundo traste, para así volver a dejarla en la afinación standar original.

A las ventajas de la menor tensión y mayor vibración se puede añadir la de tocar en una zona del mástil más pequeña y manejable. Para mejorar la posible perdida de afinación con la cejilla es recomendable volver a afinar una vez se haya puesto, así nos aseguramos que todo está en su sitio.

Todo esto que parece un tanto ridículo no lo es si te facilita el tocar con la acústica, instrumento que a veces da dolor hasta de pensarlo de la tensión que lleva algunas veces sus cuerdas